viernes, 30 de julio de 2010

"TOY STORY 3" DE LEE UNKRICH.

Hace unos días me acordé de mi barco. Sí, yo tenía un barco. Pero no un barco cualquiera, era un barco carguero. De esos que tienen helipuerto y que no son de viajeros. ¿Y para qué tenía yo un barco carguero? Pues, sencillamente, para jugar. El barco carguero era un juguete que tuve de niño. En realidad no era mío, sino de mi hermano, pero jugaba tanto con él como si lo fuera.
Recuerdo cómo lo llevaba conmigo cuando me bañaba, cómo lo sumergía en el agua mientras mi madre me lavaba el pelo con champú. Incluso alguna vez lo llevé a la piscina, pero la diversión acababa cuando el socorrista decía que no se podía meter en el agua.
Un día, sin embargo, el barco se rompió; así que llegó el momento de tirarlo a la basura. Decidí acompañar a mi barquito hasta el cubo, que era como si fuera la gillotina. Bajaba las escaleras despacio, acercándome cada vez más a un ser encapuchado con una hoz que se posaba junto al cubo de los plásticos (que era a dónde iba a parar mi barco). Bueno, eso del ser encapuchado me lo acabo de inventar, en ese momento sólo estaban los mismos cubos de siempre esperando a que los vecinos echaran sus desperdicios. Pero volvamos al meollo de la cuestión; el caso es que estaba dirigiéndome hacia el cubo. Por mi cabeza pasaban rápidamente imágenes, como si estuvieran grabadas por una cámara de vídeo antigua, sobre los momentos que el barco y yo habíamos vivido. Abrimos la puerta del portal y la del cubo, y metimos al barco (que estaba envuelto en una bolsa) dentro. Cuando cerré la bolsa supe inmediatamente que ya no le iba a volver a vi, que ya no volvería a jugar con él. Esa sensación de impotencia, esa sensación que se tiene cuando sabes que podría haberse evitado, saber que si no hubieras hecho tal cosa el barco no se hubiera roto; el caso es que se me empezaron a escapar unas lagrimitas, que acabaron siendo lagrimones cuando me acosté.
Esto que acabas de leer me lo recordó la última película de la crème de la crème de las productoras de animación - Pixar-: Toy Story 3.
En el filme Andy (dueño de los juguetes protagonistas) ya tiene 17 años y marcha hacia la universidad. Es entonces cuando tiene que decidir qué hacer con todo lo que hay en su habitación (incluidos los juguetes); sin embargo, por una confusión, en vez de parar al desván (como habría querido Andy), acaban en la guardería de la vuelta de la esquina.
Sin lugar a dudas, la tercera entrega es la mejor de toda la serie. Hay un elemento en el filme fundamental, digamos que es como el director de una orquesta: Algo que hace que en su conjunto toda la película salga bien, y sin el cual la película no hubiera funcionado. Ese pilar es el guión. Hay momentos de tensión y comedia a partes iguales, no me había reído tanto desde Buscando a Nemo o Monstruos S.A.
Tampoco podemos olvidar los dobladores; en su versión castellana, hacen un trabajo magistral. Las voces siguen siendo las mismas que en las primeras películas: Jose Luis Gil sigue doblando a Buzz Lightyear, por ejemplo, o Miguel Ángel Jenner al señor Patata (por nombrar a los dobladores más conocidos). No me puedo olvidar del gran trabajo de Pep Sais en esa película, su Rex es aún más gracioso de lo que concibieron sus guionistas. En un primer momento pensé que la voz de Slinky iba a cambiar, puesto que el doblador de la versión inglesa había muerto, pero Ricky Coello sigue siendo la voz de la versión española.
Otro detalle a resaltar son los momentos finales del filme, que son los más apoteósicos. Y una de las que más me gustó fue la escena final, cuando Andy decide dar los juguetes a su vecina Bonnie. Ahí fue dónde me vino a la cabeza lo de mi barco, sin contar también cuando metieron a los juguetes en una bolsa de basura. Creo que es una de las mejores escenas de la película, pero no porque su originalidad o el guión o la animación sino porque es auténtica, hecha con el espíritu de un niño. Muestra unos valores interesantes, como la amistad o el dejar las cosas que ya no necesitas. Muchas de estas cosas se pierden cuando uno se hace mayor, y es una pena.
Volviendo a la película, sólo queda decir que no te la puedes perder porque los juguetes esta vez sí que vuelven a la carga.

lunes, 5 de julio de 2010

"NOVIA A LA FUGA" DE GARRY MARSHALL

Novia a la fuga, de Garry Marshall, es una de esas películas que cada vez que la emiten en televisión siempre muestra un buen índice de audiencia. Se trata de un filme correcto, entretenido y con unos personajes muy bien definidos. Gran parte de esto último se debe al trabajo de los dos actores protagonistas, Julia Roberts y Richard Gere; la química que hay entre ambos está fuera de toda duda, teniendo en cuenta que la anterior película que protagonizaron juntos - Pretty Woman - es una de las comedias románticas más taquilleras de la historia. Ésta última película tiene muchos puntos en común con Novia a la fuga, entre ellos no sólo están los actores protagonistas sino también el director: No hace falta decir que esta película se hizo para intentar repetir el éxito de Pretty Woman.
La película comienza presentándonos a Ike Graham, un periodista neoyorquino cuya habitual columna en un conocido diario ha dado más de un disgusto a la directora del medio (que, para más inri, en su ex-mujer). Graham, sin demasiadas ideas sobre las que escribir, pública una polémica columna sobre una mujer que ya ha huido varias veces del altar dejando plantados a sus prometidos y que en breve contraería un nuevo matrimonio. La mujer aludida, Maggie, acusa al columnista de mentir lo que provoca que Ike Graham sea despedido. Al verse la exitiosa carrera de Graham truncada, lo único que se le ocurre para que las aguas vuelvan a su cauce es ir al pueblo dónde vive esta "novia fugitiva" para intentar escribir un reportaje sobre ella y así poder refutar la columna que provocó su despido.
Una película que se deja ver, sin lugar a dudas.  El guión es flojo, no hay frases brillantes, y tampoco es que los personajes estén excesivamente profundizados. Sin embargo, la actuaciones de toda la plantilla hacen que todos aquellos puntos flojos de la historia queden ligeramente difuminados. 
Eso en cuanto a la opinión de un crítico, en cuanto a espectador podría decir que me ha parecido muy entretenida, la tarde se me pasó en dos suspiros. Si me preguntan que si la película cumple sus objetivos, que es el de simplemente hacerte pasar un buen rato con una historia que da una vuelta de tuerca a los compromisos matrimoniales, creo que los hace con creces.
Ahora solo quedan que los que no la hayan visto  la disfruten... ¡y los que sí la vuelvan a ver otra vez!