domingo, 6 de marzo de 2011

CUANDO EL CINE Y EL TEATRO SE DAN DE LA MANO

No son muchas las ocasiones en las que una obra de teatro se concierne en película. Quizás sea porque tienen un lenguaje que, aunque a primera vista parezca similar, si se mira con detenimiento nos damos cuenta que es muy diferente. No me las estoy dando de experto en la materia, que conste, pero hay cosas que vistas en el teatro quedan bien pero si lo hacemos para una película queda fatal y viceversa. Por ejemplo, los monólogos interiores son imposibles en el cine o los apartas, no hay nada más teatral que los apartas.

No sé si habréis visto muchas películas que están basadas en una obra de teatro; a mí, personalmente, no todas llegan a captar el espíritu que se vive en las tablas. Por poner un ejemplo, la primera película que me viene a la cabeza fue Ninette; la película dirigida por José Luis Garci en 2005 me pareció muy lenta y aburrida y, de hecho, no la terminé de ver. A La tentación vive arriba, dirigida por Billy Wilder, le pasa tres cuartos de lo mismo que a la de la película del director de Volver a empezar. A diferencia de la primera, ésta me gustó mucho pero peca de que no se ha desprendido en su totalidad del lenguaje teatral porque hay varios monólogos interiores muy largos que, como ya dije, en teatro estarían fenomenal pero en cine llega un momento en que se te hace pesado. Sin embargo, con lo fetén que está la señorita Monroe en pantalla y la famosa secuencia en la que su vestido vuela por el viento que sale de unas rejillas, todo eso importa lo justo.

Si Blancanives y los siete enanitos fue "la locura de Disney", adaptar El Perro del Hortelano de Lope de Vega fue "la locura de Pilar Miró".  Carmelo Gómez, que interpreta a Teodoro - el secretario de la condesa de Belflor (interpretada por una fantástica Emma Suárez), de quién se ha enamorado a pesar de que están en un diferente estatus social), confesó en una entrevista que les intentaron disuadir de que hicieran el proyecto, pero la directora madrileña hizo oídos sordos y se lanzó a la piscina. La película tampoco se desprende en su totalidad de esas características teatrales que antes mencionaba pero, sorprendentemente, quedaban muy bien. Además, el verso estaba muy bien trabajado y no quedaba raro en la pantalla; ahora, he de confesar que a veces no sabía lo que querían decir. Lástima que la directora perdiera la vida pocos años después de que ésta se estrenase, pues en ese momento el cine español perdió a una gran realizadora. De todas formas, el esfuerzo de Miró se vio compensado en los Goya dónde consiguió siete de las doce estatuillas a las que optaba (incluyendo Mejor Actriz y Mejor Directora).

De todas formas, que no todo el mundo piense que el camino es siempre de los escenarios a los platós pues también puede realizarse el camino a la inversa. Un ejemplo de ello es Doce hombres sin piedad; su autor, Reginald Rose, la escribió primero para la televisión después se adaptó al cine y terminó convirtiéndose en una obra de teatro. De Doce hombres sin piedad he tenido la oportunidad de ver la versión que se realizó para Estudio 1, el programa de la cadena pública que adaptaba a la televisión obras de teatro de diferentes géneros y épocas.  No sé que diferencias habrá entre la que he visto yo y el resto pero me sorprendió que, a pesar de que se desarrolla en un sólo lugar, no tenía esa sensación de estar viendo una obra de teatro, ¡y a pesar de que todo se desarrollaba en una sola habitación quedaba muy cinematográfico. Aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, tengo que confesar que me sorprende que mientras que la película Ninette me agobió un poco porque la mayor parte del filme se desarrollaba en la misma estancia, no tuve la misma sensación con Buried, el magnífico filme de Rodrigo Cortés que en su totalidad se desarrolla en una caja. ¡Es lo que tienen las películas buenas!

Todo esto es sólo una pequeña parte de las obras cinematográficas cuyos padres son las tablas de un escenario... así que, ¿a qué esperas para verlas? ¡Mucha mierda con ello!

Foto: Internet. Nombre del autor no especificado.

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